📢📢📢OTRO DESAHUCIO A PERSONA CON DISCAPACIDAD ESTA VEZ EN TARREGA📢📢📢

📢📢📢OTRO DESAHUCIO A PERSONA CON DISCAPACIDAD ESTA VEZ EN TARREGA📢📢📢


Una vecina de Tàrrega de 67 años, pensionista, con una discapacidad acreditada del 65% y con una enfermedad crónica (fibromialgia), vive estos meses un calvario. 

La mujer ha intentado buscar alternativas, analizarlas y plantearse opciones, pero se ha visto atrapada en un sistema que parece olvidarse de las personas más vulnerables. Ya no sabe dónde acudir y lo único que pide es una vivienda digna en la que pueda vivir con su perro y su gato, sus fieles compañeros que le han brindado amor y compañía en los momentos más difíciles. Además, solicita un alquiler accesible a sus ingresos, ya que su pensión de aproximadamente 800 euros no le permite afrontar los precios de mercado, cada vez más elevados e inalcanzables.

Está “desesperada” y “totalmente hundida” tras recibir un requerimiento del juzgado que dictamina que el 24 de septiembre a las 10 de la mañana será desahuciada del piso de alquiler social en el que vive. Esta situación la ha dejado sin horizonte, sin saber hacia dónde dirigirse ni en quién confiar para encontrar una solución a su angustiante realidad.

El piso en el que reside actualmente está situado en el número 21 de la calle Sant Pelegrí de la capital del Urgell, un lugar que ha sido su hogar estable durante años. Sin embargo, el portal inmobiliario Solvia lo anuncia para vender en internet por 35.200 euros, un precio que posiblemente no refleje la realidad de los costes de vida en la zona, pero que, para alguien en su situación, resulta completamente desproporcionado. Este precio, que podría parecer asequible a primera vista, se transforma en un obstáculo casi insalvable, dada la precariedad económica que enfrenta.

La realidad de muchas personas en situaciones similares a la de esta vecina es alarmante. Para aquellos que son pensionistas, que tienen una discapacidad y que son parte de un colectivo vulnerable, el acceso a una vivienda digna se convierte en una lucha diaria. En lugar de encontrar apoyo y recursos, se enfrentan a un sistema que muchas veces les deja desamparados, sin alternativas viables y con una carga emocional que puede ser devastadora.

Además, el impacto emocional de un desahucio no solo afecta a la persona en cuestión, sino que también toca a toda la comunidad que rodea a quienes sufren estas circunstancias. Amigos, familiares y vecinos sienten la angustia y el sufrimiento de aquellos que están a punto de perder su hogar. Resulta crucial que las instituciones y las políticas públicas respondan a esta crisis habitacional con medidas efectivas que prioricen el bienestar y la dignidad de las personas, garantizando que todos tengan un lugar al que llamar hogar. La solidaridad en tiempo de crisis es fundamental, y este caso debería motivar a la comunidad a unirse y buscar soluciones para que nadie tenga que vivir en la incertidumbre de un desahucio.

Publicar un comentario

Artículo Anterior Artículo Siguiente