La operación matemática que llevemos a cabo puede decidir el futuro de nuestro país.
Es
una evidencia innegable el poder que tienen los medios de
comunicación en nuestras sociedades. El control de la información
ha sido arma fundamental durante, prácticamente, toda la historia de
la humanidad. En Roma, era muy habitual la figura del pregonero, muy
útil para transmitir la versión oficial del Estado al pueblo,
criticar y hacer odiar a quien el Estado detestaba y promocionar a
quienes lo dominaban.
Esta practica sigue vigente gracias a los medios de comunicación cuyo fin es educar al pueblo en la ideología y mantras de la clase dominante.
Esta clase dominante, dueña de los medios de comunicación de nuestro país, ha puesto una diana y sus altavoces de la prensa han disparado. El blanco elegido ha sido la ministra de Igualdad, Irene Montero.
Es curioso como, en las últimas semanas, hemos visto una unión aún más meritoria que la nueva coalición de partidos de izquierdas, una alianza que se veía aún más improbable y por la que nadie hubiese apostado un solo céntimo: la unión de las supuestas feministas de RedFem, VOX, PP, PSOE y SUMAR, con sus correspondientes altavoces mediáticos, contra Irene Montero. Los cuatro primeros no pueden sorprendernos ya que comparten ese machismo y esa transfobia que impide que sean capaces de valorar a la mejor Ministra de Igualdad que hemos tenido pero ¿Por que Sumar ha comprado los argumentos de la extrema derecha mediática y busca defenestrar a Irene Montero?
Hablar de Sumar se me hace complicado porque sigo sin saber de quien hablo con exactitud ¿Sumar es IU, Mas País, Yolanda Díaz o todo a la vez? Hasta donde sabemos el veto viene de Yolanda Díaz en persona, aunque ella evada la pregunta cada vez que se la han formulado. Lo único que parece claro es que este veto viene motivado por la creencia de que a Sumar le ira mejor electoralmente sin la, a su juicio, desgastada figura de Irene Montero. Creo que no tienen en cuenta o no quieren tener en cuenta que la militancia y votantes de Podemos no tienen miedo de las campañas de las cloacas y que están, a muerte, con su gente, con los suyos.
Creo que es evidente, y cualquier persona puede entenderlo sin mayor complicación, que vetar a los dirigentes de Podemos es, de facto, un intento de humillar a su militancia y a sus votantes. La gran coalición de la izquierda generaba ilusión, una ilusión basada en la unión para revalidar el gobierno y ganar el país pero ¿puede sustentarse un proceso de unidad en vetos y censuras? Pues parece evidente que no y no es de extrañar que la gente de Podemos esté teniendo serias dudas sobre si se van a sentir representados por una coalición que pretender expulsar a sus representantes políticos más destacados.
La polémica y los enfados vienen porque Podemos, en forma de sus dirigentes, ha decidido salir públicamente a decir la verdad, no se esconden, no tragan. Ione Belarra fue impecable en sus explicaciones: estamos con Sumar pero que sepáis que nos están vetando. Pablo Echenique la siguió poco después con una carta explicando que él mismo también había sido vetado de Sumar. Esto siempre ha molestado a Yolanda Díaz, no puede controlar a Podemos y eso no le gusta. No le gusta el ruído, un ruído entendido como decir las cosas claras, no tener miedo a decir la verdad aunque te cueste que los medios de las cloacas no te traten con cariño.
Sumar cambia la ilusión de la unidad, por un nuevo modelo de país y, en definitiva, todo el programa e ideario de la izquierda por el miedo, el miedo a la ultraderecha. Pretender impulsar un proyecto en el miedo al contrario. Lo cual es una estrategia fracasada que explica muy bien porque, hoy, Sumar está en las encuestas en intención de voto por debajo de lo que fue Unidas Podemos.
Espero de verdad que se rectifique, que Sumar gire de nuevo a la ilusión por un modelo de país compartido por todas las fuerzas de izquierdas, sin vetos, sin chantajes, sin miedos y que se consiga reenganchar a todo el electorado de izquierdas bajo una candidatura conjunta que nos represente a todos y todas. Tenemos poco tiempo.